COMIENZA LA AVENTURA...
Aún recuerdo el día en el cual me enteré de la vida que se
estaba gestando dentro de mi. Salté, reí, grité, lloré emocionada y me dispuse
a prepararlo todo para dar la gran noticia. La verdad nunca imaginé que ese día
llegaría pues diez años atrás no me visualizaba en tal circunstancia, pero
ahora ¡todo era grandioso¡ Transcurrió la espera de manera tranquila, entre
descansos, varias siestas al día, antojos cumplidos, compras y más compras para
el nuevo bebé, felicitaciones y toda la maravilla de dejarse consentir como
nunca. Hasta que una soleada mañana de domingo por fin conocí y tuve a mi bebé
en brazos, una hermosa y saludable niña, y… ahora sí ¡comenzaba la aventura!..
A partir del nacimiento de mi pequeña mi vida dió un giro
total pues el dormir se volvió un lujo, la molestia física como secuela del
parto no me dejaba ni un minuto, la bebé demandaba mi presencia a cada momento,
comer tranquilamente ya no era opción,
mis duchas eran mucho más cortas y así puedo enumerar decenas de
situaciones que seguramente tú también
pasaste o estás pasando, ésas que
durante tu embarazo todo mundo menciona y te advierte de forma graciosa pero de
las que verdaderamente tomas cocniencia cuando te encuentras en ese terreno.
Los cambios de pañal eran mi reto jaja, el primer día en el
hospital lo hice bien y me sentía la mejor madre y la más orgullosa (aunque
todo el mundo da por hecho que ya sabes esa rutina), y pronto me convertí en un
as de los cambios de pañal. Debo aceptar que el bañar a mi bebé me daba terror,
así que esa tarea la realizó felizmente
mi madre mientras yo observaba y aprendía. Me olvidé del reloj por algunas
semanas y mi nuevo maquillaje eran unas ojeras tipo panda jajaja. Todo era tan
nuevo para mí que aún no caía en cuenta de mi nueva vida, pero era mi sueño
materializado y por fin lo vivía. A veces me preguntaba ¿en qué me metí? Porque
ya no eres sólo tú, hay un ser pequeñito que depende al 100% de ti y no hay
vuelta de hoja.
Recuerdo un día en que el cansancio me venció y terminé
llorando tendida sobre la cama y mientras mi madre arrullaba dulcemente a mi
bebé, mi papá reía divertido observándome y tranquilizándome al mismo tiempo
que me decía: “en algún momento te vas a acordar de este día y te reirás,
¡tranquila¡ es parte de ser madre y es lo mejor”. Me abrazó y me consoló hasta
calmarme. Jamás olvidaré aquél día porque a partir de ahí prometí que aunque el
cansancio hiciera presa de mi, respiraría hondo y retomaría fuerzas para
hacerle saber a esa bebé que su madre jamás se daría por vencida, y cualquier
situación por difícil que sea puede ser superada. Y si, mi padre tenía razón,
¡hoy me río¡
Juro que nunca he hecho tanto uso de mi sexto sentido como
hasta ahora y sumándole el instinto maternal todo ha sido más fácil y he aprendido
a disfrutar más cada instante junto con mi hija, bien dicen que mamá feliz es
igual a bebé feliz y es cierto.
¿Y qué pasa con los fines de semana de descanso y salidas
nocturnas? Pues hoy ya no existen como tal. Un bebé cambia todo el ritmo social
y ahora esa personita es nuestro todo y sus necesidades son prioridad. Pero
aunque ya no salgamos con frecuencia por las noches, hemos aprendido a
disfrutar junto a nuestra bebé nuevas experiencias y es ¡de lo mejor¡ diferente
pero no por eso deja de ser divertido.
Después de poco más de un año puedo decirte que no ha sido
fácil, hay días en que imploro por una siesta, pero todo ha valido la pena pues
las risas, logros, ocurrencias y cariñitos de mi bebé nos pagan con creces a
papá y mamá y seguros estamos que no cambiaríamos nada de lo vivido, decidimos
emprender esta aventura juntos y sabíamos que no sería fácil pero también
sabíamos de las grandes satisfacciones y hoy somos más felices, ¡hoy ya somos
tres¡
¿Y tú, cómo comenzaste la aventura?
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